sábado, 6 de septiembre de 2014

Los Tres Mosqueteros de JL Salinas




Después de Hernán el Corsario, Salinas siguió trabajando en las adaptaciones de novelas de aventuras: después de Miguel Strogoff y El Capitán Tormenta se lanza a ilustrar otra gran historia, la más ambiciosa hasta entonces: Los 3 Mosqueteros, de Dumas, 61 páginas en donde estallan no sólo su pasión por la narración aventurera, sino la precisión en el dibujo que hace de Salinas uno de los más grandes autores de todos los tiempos. Las ilustraciones son magníficas, de lo mejor que hizo, aborda esta obra sin suavizar los duros pasajes de Dumas, como la muerte de Milady, que pocas veces recuerdo haber visto reflejada con tal crudeza, ni en comic ni en el cine siquiera.
Salinas utiliza, como Foster, más que viñetas, planos por los que discurre la acción, tratando de conseguir una narrativa "literaria" más que la lógica fragmentada de la historieta.
Hay que señalar también el uso de la documentación, el autor era persona culta y cuidadosa de los detalles, poseía una extensa biblioteca de la que se servía para añadir realismo y precisión a esos mismos detalles, ropas, lugares, etc, incluso cuando recurría a la imaginación lo hacía apoyado en su amplio conocimiento de lugares y hechos que le daban igualmente un aspecto completamente realista a sus historias.


Es natural, dado su gusto por la fidelidad histórica que emprendiera más adelante, una tarea titánica (ayudado por su hijo Alberto, como fué La historia del traje y las ilustraciones de carácter militar donde sus ropajes y uniformes todavía se siguen usando como documentación por muchos dibujantes y estudiosos de las distintas épocas históricas.
En cuanto a la edición, estas imágenes pertenecen a la de Editorial Record, que realizó un completo remontaje de las planchas, pues Salinas, como hemos dicho, ilustraba más que narraba los pasajes de la obra a su conveniencia, deteniendose en los que más le gustaban, sin embargo los cuadros funcionan bien como viñetas, aunque la narración fluye a ritmo desigual. Además, el añadido de bocadillos tampoco favorece al dibujo, pero es relativamente comprensible su utilización, pues el aspecto original de los años 30 resultaba poco comercial y de nuevo los dibujos resultaban asfixiados por los tremendos cartuchos de texto, que recibían prioridad.

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