Roberto Bolaño: Los perros románticos: 1980-1998 (Barcelona: Editorial Lumen, 2000)
El verdadero poeta es el que siempre está abandonándose. Nunca demasiado tiempo en un mismo lugar, como los guerrilleros, como los ovnis, como los ojos blancos de los prisoneros a cadena perpetua.
-La muerte del cisne, el último canto del cisne, el último canto del cisne negro, NO ESTÁN en el Bolshoi sino en el dolor y la belleza insoportables de las calles.
Desde la publicación en 1998 de su novela semi-autobiográfica Los detectives salvajes (cuya traducción al inglés - 'The Savage Detectives' - no apareció hasta el 2007, pasados ya cuatro años de la muerte del autor) Roberto Bolaño, escritor chileno voluntariamente exiliado, ha recibido los elogios de la crítica en el mundo de las letras tanto hispanas como anglófonas. Menos conocida que su faceta de novelista, es la de poeta; Bolaño se consideraba así mismo como poeta y era así como deseaba que los demás lo reconocieran por encima de cualquier otro rótulo.
Por esta razón, la reciente publicación de una traducción al inglés de la primera colección de poemas de Bolaño, Los perros románticos (la cual originalmente apareció en español en el 2000) marca un hito, particularmente dado que el movimiento poético de Bolaño conocido comoinfrarrealismo (disfrazado de 'realismo visceral') constituye el tema principal de Los detectives salvajes. En la narrativa que enmarca a dicha novela, los alter egos ficticios de Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro (co-fundador de la escuela infrarrealista), los detectives literarios Arturo Belano y Ulises Lima, emprenden la búsqueda de un legendario poeta mejicano 'perdido' - Cesárea Tinajero - en el norte del desierto de Sonora. Belano y Lima creen que no basta simplemente con escribir poesía, sino que también hay que vivirla y rechazan toda aquella literatura que derive su legitimidad de fuentes externas, ya sea el estado o ese juez veleidoso del buen gusto al que llamamos 'opinión pública'. Por consiguiente, se negaron a publicar su trabajo en revistas académicas literarias y rechazaron las redes convencionales de mecenazgo artístico; hasta el punto de aparecer en recitales de poesía y otras galas para interrumpir e insultar a aquellos poetas que - como el gran Octavio Paz - disfrutaban del apoyo oficial del establishment cultural mejicano.
Los principios estéticos fundamentales del infrarrealismo se pueden resumir en las líneas del manifiesto de 1976 de Roberto Bolaño citadas al principio, una celebración de la existencia urbana nocturna y de la transitoriedad de la vida. El título del manifiesto de Bolaño "Déjenlo todo, nuevamente" parece haber sido inspirado por el ensayo de André Breton escrito en 1923 "Déjenlo todo", en cuyas famosas líneas el poeta surrealista exhorta a sus lectores:
Déjenlo todo
Dejen Dada.
Dejen a su esposa, dejen a su amante.
Dejen sus esperanzas y sus temores.
Abandonen a sus hijos en el rincón de un bosque.
Dejen la presa por el reflejo.
Dejen si es necesario una vida holgada, lo que les presentan como una situación con porvenir.
Partan por las carreteras.
Dejen Dada.
Dejen a su esposa, dejen a su amante.
Dejen sus esperanzas y sus temores.
Abandonen a sus hijos en el rincón de un bosque.
Dejen la presa por el reflejo.
Dejen si es necesario una vida holgada, lo que les presentan como una situación con porvenir.
Partan por las carreteras.
Sin embargo, mientras que Breton propone un proceso más o menos dionisiaco de rendición al inconsciente a través del acto de la creación poética, Bolaño no está dispuesto a dejar su elección de imágenes al simple azar, o como diría Mallarmé a "una tirada de dados". Más bien, lo que propone es un enfoque deliberado y dirigido a los márgenes y los lindes de la vida - tal y como escribe en otro lugar de su manifiesto "Formas de vida y formas de muerte se pasean cotidianamente por la retina. Su choque constante da vida a las formas infrarrealistas: EL OJO DE LA TRANSICIÓN". De esta manera, lo que para Breton y los surrealistas eran meramente medios para acercarse a una realidad más honda y profunda (la locura, las alucinaciones inducidas por las drogas, las ensoñaciones), para Bolaño y sus co-pensadores, constituyen el contenido de la poesía en sí. Puede que sea precisamente esta elección de contenido e imagen - más que cualquier revolución particular en estilo o medio - lo que presente el aspecto más novedoso o experimental de la poesía de Bolaño.
Ya desde el principio de Los perros románticos se puede observar el tema de la liminaridad en el poema que da título a esta colección. En "Los perros románticos", el autor recuerda su llegada a Ciudad de México como refugiado del régimen de Augusto Pinochet (tras una breve parada en El Salvador donde conoció al poeta Roque Dalton y a los guerrilleros de la FMLN) diciendo que ha "...perdido un país" pero que al mismo tiempo ha "ganado un sueño". Desarrolla este tema en más profundidad en "El Señor Wiltshire", en donde el autor se identifica con el comerciante inglés de Robert Louis Stevenson que adoptó la cultura indígena de los Mares del Sur: "…el que mató a Case y el que jamás volvió a Inglaterra…nunca regresarás a tu tierra (¿pero cuál es tu tierra?)". Entonces, parece que para Bolaño, como para Cioran, el exilio es prácticamente un prerrequisito para la escritura de la poesía.
Bolaño celebra la naturaleza hostil del paisaje Mexicano en otros poemas ("El gusano", "El mono exterior", "El burro"), cuya gran virtud redentora para él parece estribar en la imposibilidad de proyectarle ningún tipo de apego humano.
En otros lugares, en una clara referencia al gran héroe del surrealismo francés, el Comte de Lautréamont, se deleita con la yuxtaposición de la arquitectura parisina del siglo XVII "…con las cagadas de palomas del siglo XX" ("La francesa") y del amor romántico con "…el suspiro de una cabeza guillotinada, / La cabeza de un rey o un conde bretón".
No cabe duda de que esta colección tiene un tono general de confesión, pero puesto que para Bolaño y los infrarrealistas los límites entre la vida y el arte son inexistentes sería erróneo clasificar a Los perros románticos como algún tipo de "Canto a mí mismo" al estilo de Whitman. Más bien, siguiendo otro de sus modelos literarios clave - "Hora Zero", el movimiento peruano de principios de los años 70 - lo que Bolaño busca aquí es un tipo de "poesía integral" en la que, citando una vez más su manifiesto de 1976 "Nuestra ética es la Revolución, nuestra estética la Vida: una sola-cosa". De esta manera, las vidas de Bolaño y sus compañeros infrarrealistas se mitifican y pasan a formar parte del contenido de la poesía (como por ejemplo en el viaje imaginario en motocicleta de Bolaño y Mario Santiago a través del norte de México descrito en "El burro"). En efecto, como más de un crítico ha indicado, nos resulta casi imposible separar a Bolaño el poeta y Bolaño el novelista del mito de sí mismo que él mismo creó.
En uno de los poemas finales de la colección dedicada al gran 'anti-poeta' chileno Nicanor Parra, Bolaño posiblemente nos dé el mejor resumen de esta estética de la paradoja que se va adentrando en sí misma a la vez que se aleja, siempre negándose:
A caminar, entonces, latinoamericanos
A caminar a caminar
A buscar las pisadas extraviadas
De los poetas perdidos
En el fango inmóvil
A perdernos en la nada
O en la rosa de la nada
Allí donde sólo se oyen las pisadas
De Parra
Y los sueños de las generaciones
Sacrificadas bajo la rueda
Y no historadas
A caminar a caminar
A buscar las pisadas extraviadas
De los poetas perdidos
En el fango inmóvil
A perdernos en la nada
O en la rosa de la nada
Allí donde sólo se oyen las pisadas
De Parra
Y los sueños de las generaciones
Sacrificadas bajo la rueda
Y no historadas
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