domingo, 8 de junio de 2014
Las Virgenes de Kiev, Karl von Vereiter
Cuando las tropas soviéticas se vieron obligadas a abandonar la feraz Ucrania a las ávidas manos de los nazis, cuando el Ejército Rojo fue derrotado y retrocedió hacia Moscú, cuando las botas del invasor resonaron por las calles y plazas de Kiev, la Era de Terror empezó.
Todavía no se había apagado el eco de los disparos; apenas habían desaparecido los uniformes feldgrau de los infantes alemanes, cuando llegaron las criaturas diabólicas de Himmler, el SS Reichführer: la SS, la Feldgendarmerie, las Waffen-SS, la Gestapo, el SD y los terribles y sanguinarios «Einsatzgruppen», encargados de aniquilar farozmente a todo el que se opusiera a la política colonialista del Tercer Reich.
Aparecieron las primeras horcas, se levantaron los primeros patíbulos. Hombres de todas las clases sociales, campesinos, técnicos, intelectuales, fueron ahorcados, fusilados o eliminados por el sencillo procedimiento del tiro en la nuca.
También cayeron las mujeres bajo las balas de los «grupos especiales». Pero no todas. Las jóvenes, solteras o casadas, fueron destinadas a las Soldatenhausen, los burdeles para oficiales y soldados.
Llegaron después los enviados del Partido, los sátrapas del siglo XX orgullosos miembros de la Raza de Señores, que se apoderaron de las mejores residencias, creyéndose definitivamente instalados en un país que deseaban convertir en un mundo de esclavos.
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